sábado, junio 28, 2008

Respuestas en diferido.

Ahora sé que no era culpa de la regresión, la regresión era prácticamente una señal, una pista para encontrar el tesoro...

En todo ese ánimo regresivo, me dio por postear en mi viejo blog, el más viejo de todos: mi blog de cien hojas cuadriculadas, que aunque lo tenía abandonado, aún sigue absolutamente impregnado de mi... con cositas pegadas con cinta, untado –literalmente- de sangre cuando aquellas épocas autodestructivas, con su inicio cursi y obvio que posteriormente me parecían estupideces, pero que ahora que lo leo va tan lejos, dice cosas tan profundas sobre mí (aplicadas a cualquier época) sólo que con las ingenuas palabras de una mocosa de 14...

Yo desesperadamente buscando respuestas,... para darme cuenta al abrir ese viejo cuaderno destartalado, que todas, todas, las dudas que tenía, tienen sus respectivas respuestas ahí, entre esas hojas, respuestas escritas por mí misma.

Mi viejo blog me dio todas las respuestas que necesitaba.

Algunas eran de esas respuestas que en el fondo uno sabe que son las correctas, pero que resultan tan difíciles de ejecutar que uno se niega a considerarlas; sin embargo, también me dio un consejo al respecto:
Gracias por la leve despedida, ojalá más despedidas fueran así: espontaneas, cálidas pero no empalagosas, sin ese aire de “último momento”.
Gracias por venir... y por irte.

Sobre mi queja acerca de que otra vez vivía enmimismada, que nuevamente estaba sintiendo esa gran brecha Aru-Humanidad que parecía inviolable... encontré una respuesta increíblemente tan directa, que junto con todas las demás, hasta parecían una broma... encontré respuestas que parecían haber sido escritas con esa intención, como si, por un instante, hubiese sabido que años después iba a estar confundida y abrir ese cuaderno, y encontrar justamente todo lo que necesitaba escuchar:

Resistiéndome a ello, siempre anhelé de alguna manera comunicarme con el mundo; lo malo fue que cuando al fin lo logré olvidé cómo comunicarme conmigo.

Viendo ese cuaderno desde lo primero hasta lo último, me doy cuenta que no existen "yoes pasadas" porque en realidad nunca he cambiado, así sea con diferente pinta y con diferente peinado pero siempre he sido la misma; y así sea con diferentes palabras y trazos sutilmente cambiantes, siempre he dicho lo mismo, porque siempre ha sido la misma historia.

Había dejado mi cuadernito tirado después que se me quitaron los delirios de escritora, y había ido dejando el blog tirado porque pensaba que ya no tenía nada importante qué decir, y lo que tenía por evacuar del sistema ya me daba pena escribirlo acá de ver lo pesado y quejumbroso que se estaba volviendo el blog... pero ahora que lo pienso, salvo un par de cortísimos lapsos de ambos (el digital y el “análogo”), siempre he escrito únicamente para mí, no para otros.

Es obvio que lo que escribo de valor literario no tiene ni un peso, pero no por eso debo dejarlo... quiero recobrar esa vieja costumbre de no perder oportunidad de dejarme mensajitos, o de contarme historias que inevitablemente olvidaré.

Que por cierto, atendiendo a un viejo consejo que me dejé, debo leer nuevamente Por quién doblan las campanas; ya casi ni lo recuerdo pero parece que me gustó mucho :P


Ah, y una última cosa que definitivamente quiero recordar:

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