jueves, mayo 08, 2008

Recuerdo perdido recuperado

La simple actividad de tener que coser unos muñequitos cojincitos me trae un dejá vù fuertototote de cosas que parecían borradas del disco duro.

Una navidad cuando éramos pequeñas, estábamos en un curso vacacional (clásico recurso para deshacerse de los niños en vacaciones) donde nos pusieron a coser animalitos rellenos de algodón con tela de navidad; razón por la cual ese año y algunos otros que lo sucedieron nuestro árbol estuvo decorado con cojincitos de formas abstractas (no me acordaba de esos cositos pero ni remotamtente...). Una noche de esas estábamos cosiendo animalitos llegó mi papá de alguno de sus viajes, estaba estacionando el carro cuando salí corriendo al parqueadero con un cojincito abstracto en la mano y llegué gritando “¡papá papá, te regalo un conejito!”, y él responde “yo también te regalo un conejito”, y efectivamente saca un conejito, de los de adeveritas, blanquito de orejas negras, con una mancha negra en la espalda y colita esponjada. Orejín, lo llamamos.