Hace mucho no hacía una de estas crónicas de mi mala suerte pero es que el caso realmente lo amerita, y además, me estoy tomando un tinto que no se va a charlar solo :P
La cosa empezó desde el lunes en la noche que estaba haciendo un trabajillo que tenía que entregar el martes en la mañana (el último para acabar la materia), lo terminé, lo puse a imprimir, y preciso a la impresora agarrando la última hojita le dio por dañarse insólita y aparatosamente... después de varios intentos fallidos me resigné y me dispuse a guardar
sólo la última hoja, en .pdf (para evitar que las ecuaciones se pixelaran con el cambio de versión...). En ese momento descubrí que Word cuando exporta el archivo, muuuy amablemente le hace a uno el favor de guardar de paso el original, total que perdí el resto del trabajo (y sin posibilidad de Ctrl+z); pero bueno, habiendo superado el mal genio de la impresora ya eso no me importó, nada más vi el trabajo en su pastica y pensé, “bueno, esta es la ÚNICA copia, ¡voy a entregarlo YA!”. Y fui a la universidad, pero no me encontré al profesor y como tenía tanto que hacer, decidí botárselo por debajo de la puerta de su oficina, total que ya lo había hecho con un trabajo anterior y todo había salido bien; entonces lo hice (me costó un poco de trabajo porque la puerta estaba como descolgadita ella) y me fui.
Jueves en la tarde, voy a entregar otro trabajo final de otra materia y por casualidad me encuentro al susodicho profesor, entonces aprovecho y le pregunto si había encontrado mi trabajo y cuándo publicaba notas, él me dice que no tenía mi trabajo, yo me extraño y de paso le pregunto,
Yo: profe, y eso, ¿qué hace en esta oficina?
Él: esta es mi oficina
Yo: ¿cómo así?, si yo eché el trabajo por la puerta de otra oficina o_O
Él: hmm, pailas.
Yo: pe, pero, yo ya le había dejado otro trabajo debajo de ESA puerta
Él: ¿y cómo sabe que ese sí me llegó?
Yo: porque ya me lo entregó calificado
Él: mmm tal vez me lo dejaron en la escuela. Ah, por cierto, hoy paso notas.
Yo: uy, entonces voy a ver si lo consigo o lo vuelvo a imprimir y ya se lo traigo.
Salgo y me asomo a la oficina impostora y efectivamente ahí está mi trabajo, aún junto a la puerta, y la oficina tiene cara de no haber sido visitada recientemente.
Intento sacarlo con algo y accidentalmente lo empujo más, entonces me acordé que había sido difícil meterlo así que no perdí más mi tiempo (porque tenía afán) y me fui a imprimirlo de nuevo.
Cuando llegó mi turno y no lo encontraba en la USB, entonces tuve el fatídico flashback, mirando el trabajo en su pastica... ¡esa era la ÚNICA copia, la que está detrás de esa puerta! O_O
Subí de nuevo y me tiré al suelo a meter por debajo de esa puerta todo lo que tenía en el bolso, posteriormente todo elemento oblongo que me encontré en la basura... hasta que llegó un profesor que se apiadó de verme tirada rodeada de cosas y basura y se ofreció a darme el teléfono de la dueña de la oficina. La llamé, le expliqué como por media hora y ella me decía...
Ella: estás equivocada, no sé quién eres...
Yo: ¿Edna?
Ella: sí
Yo: es que usted no me conoce, yo soy una estudiante torpe de diseño que echó un trabajo por debajo de su puerta,...
-horas después-
Ella: hmm ya te entiendo, pero creo que no voy a poder ayudarte; yo sí soy Edna, pero no soy profesora de diseño.
Yo: ¬_¬
Profesor que me dio el teléfono: ups, si esa era otra entonces no, no tengo el teléfono de ella.
Entonces me puse a buscar por todos los rincones polvorientos del edificio alguna vaina que pudiera meter debajo de esa puerta del demonio... alguien me dio la idea de ir a talleres y se ofreció a asomarse por la ventana de la oficina y ser mis ojos.
En este punto estaba muy preocupada porque tenía que ir a cortar con láser unas vainas y me iban a cerrar, y necesitaba ese material cortado para ponerme a trabajar... entonces me fui corriendo como una loca por la universidad y volví con una manotada de palos y palitos... fui a la oficina y casi ningún palo pasaba por debajo de la puerta... por fin uno entró, mis ojos prestados me dijeron que estaba cerca, que más a la izquierda, que ya lo estaba empujando, que iba muy cerca, muy muy cerca, que ya debía estar a punto de asomarse el trabajo por la puerta... entonces el palito se partió.
Yo quedé pasmada.
Seguí pasmada.
No me pasaba lo pasmada.
Entonces ella empujó la puerta, que se movió un poco, dejando asomada una gloriosa esquinita de plástico...
Salí corriendo a entregar el trabajo que había quedado todo mugrosito, el profesor me miró como un culo mientras trataba de sacudirle la mugre a la pastica trajeada...
Finalmente me fui corriendo nuevamente como una loca a lo del láser, ¡por fin!
Cuando llegué al sitio, habían quitado el local de ahí.